Real Colegiata de San Isidoro de León

Diapo vertical06IntroducciónPara muchos el complejo de la Real Colegiata de San Isidoro de León es el monumento más valioso del románico español. No en vano fue un lugar mimado por la prestigiosa monarquía leonesa en la segunda mitad del siglo XI y la primera del XII.

Interior de la iglesia de la Real Colegiata de San Isidoro

Tras una serie de edificaciones prerrománicas de los siglos X y XI que más tarde trataremos se mandó edificar el famoso y soberbio Panteón de los Reyes, monumento sepulcral que actualmente es lo más antiguo que se conserva.

Pinturas murales del Panteón de los Reyes
En sus bóvedas se pintó en el siglo XII un repertorio de primer orden en el románico europeo `por lo que se la denomina la «Capilla Sixtina» del románico.

Adosado a éste se erigió uno de los más soberbios edificios del Románico Pleno Internacional.

Real Colegiata de San Isidoro de León: cabecera, transepto y puertas

Cuando el visitante se sitúa sobre la plaza, se encuentra en el costado meridional las dos monumentales puertas. La del Perdón se abre en el muro del hastial del crucero y se decora con un tímpano bellamente esculpido con las escenas del Descendimiento, el Sepulcro vacío y la Ascensión. Las mochetas que lo sostienen son magníficas con dos expresivas cabezas de animales. Por encima aparecen las figuras hieráticas y solemnes de San Pedro y San Pablo y más arriba una arquería sobre el tejaroz.

Mocheta de la Puerta del Perdón

Una vez en el interior, vemos una basílica de tres naves repleta de exquisita escultura. El interior respira un difícilmente descriptible ambiente medieval. La penumbra, la solidez de los pilares, la imaginación de las tallas transportan al visitante a un mundo olvidado.

Capitel de lucha en una de las columnas interiores de la Real Colegiata de San Isidoro de León

Descripción histórica y artística de la Real Colegiata de San Isidoro de León

La Real Colegiata de San Isidoro es sin duda uno de los edificios más emblemáticos del arte románico español. Las pinturas de su panteón están consideradas la capilla Sixtina del Románico, por su calidad, y por su excepcional estado de conservación; pero también la escultura de sus portadas, y la propia arquitectura del edificio merecen una especial atención.

Descendimiento en la Puerta del Perdón de la Real Colegiata de San Isidoro de León

El interés de esta basílica desborda el ámbito artístico, ya que se trata de un auténtico protagonista de su tiempo; un testimonio de primer orden de la vida espiritual, política y cultural del siglo XII.

Real Colegiata de San Isidoro de León : nave lateral y ábside de la Epifanía

El contexto histórico y los orígenes: las iglesias de San Juan y de San Pelayo

Como suele sucerder con numeroso edificios históricos medievales, la actual basílica de San Isidoro de León se levanta en un lugar donde se alzaban otras anteriores iglesias. La última de ellas fue edificada por Fernando I para albergar las reliquias de San Isidoro de Sevilla. Esta antigua iglesia no era de grandes proporciones y su estilo era plenamente prerrománico – asturiano.

Edificaciones del siglo X

En el templo de San Isidoro se pueden encontrar cinco empresas constructivas, que en realidad no están bien diferenciadas. El origen del templo se sitúa en dos instituciones monásticas, -masculina y femenina-, de finales del siglo IX y del siglo X. En el año 966 existía ya en el sector noroeste de la ciudad regia de León un monasterio advocado a San Juan Bautista. Ese año llegaron a la capital las reliquias del mártir san Pelayo, encarcelado y atormentado en Córdoba, y se trasladaron a este monasterio. Cuando Almanzor atacó León por tercera vez, en el año 994, las reliquias fueron trasladadas a Oviedo, en previsión de las consecuencias que podía tener un asalto a esta iglesia.

Las empresas de Alfonso V a comienzos del siglo XI

Tras la debastación de Almanzor, Alfonso V (999-1028) reconstruyó la ciudad, y parece que a partir de entonces, junto a la iglesia de San Pelayo se construyó la de San Juan Bautista. El monasterio de San Pelayo, panteón real y sede de la institución del Infantazgo, estaría ocupado por una comunidad de monjas, y el del Bautista, panteón episcopal, estaría a cargo de prelados. Alfonso V se encomendó a la tarea de aglutinar los panteones regios dispersos y disponer los cuerpos de sus antecesores a la sombra del templo de San Juan que él edificaba.

Alfonso V de León

Las obras definitivas de los reyes Fernando y Sancha, y su hija la infanta Urraca

Fernando y Sancha
Mas adelante la reina Sancha persuadió a su esposo, Fernando I (1037-1065), para elegir este emplazamiento como lugar donde reposar eternamente, convirtiéndose así, en patrocinadores de una nueva iglesia que acogerá los restos del mártir San Isidoro, traído desde Sevilla pocos años antes de la consagración del templo, el 23 de diciembre de 1063, en un claro intento de reforzar la vinculación entre la monarquía leonesa y el regnum gothorum.

Para ello decidieron derruir las edificaciones de Alfonso V que según nos cuentan las crónicas eran de modesto ladrillo y barro y acometer un nuevo templo de tres naves y cabecera de ábsides planos.

Esta basílica de tiempos de Don Fernando y Doña Sancha debió estar construida con piedra y mármoles, siguiendo todavía las pautas de la arquitectura prerrománica asturiana. La mayoría de los historiadores suponen que esta nueva iglesia no debía ser muy distinta que, por ejemplo, San Salvador de Valdediós.

Según todos los indicios, debió ser la reina viuda Doña Sancha -tras el fallecimiento de su marido- o su hija la infanta Urraca (1033-1101) quien construiría a los pies de la basílica prerrománica el admiradísimo Panteón de los Reyes.

Pinturas del Panteón de los Reyes

El patronazgo de San Isidoro continuará bajo el reinado de Alfonso VII (1126-1150), cuando se realizará una ampliación del templo que nos acerca a la estructura actual.

El Panteón Real

La estructura arquitectónica y escultórica del panteón

El Panteón, situado a los pies de la iglesia, es un espacio cerrado. Parece que fue organizado inicialmente en los primeros compases del segundo milenio en época de Alfonso V, aunque en realidad hay dudas sobre este aspecto.

Este ámbito funerario conoció su monumentalización en el último tercio del siglo XI, de la mano de la infanta Urraca.

Panteón de los reyes. San Isidoro de León

El Panteón se apoya sobre las murallas de la ciudad. Por el este se comunica con el templo, y en el oeste se abre una arquería. La parte central consiste en un espacio cuadrangular, dividido en tres naves de dos tramos, separados por medio de dos columnas. El espacio se cubre con seis bóvedas de arista que, en el siglo XII, se decoraron con uno de los conjuntos pictóricos más importantes del románico español.

Pintura del Panteón de los Reyes: Anuncio a los pastores

Conviene prestar atención a los capiteles, algunos con hojas de acanto y palmetas, otros con motivos zoomórficos, y cuatro más, con motivos historiados. Estos últimos representan el sacrificio de Abraham, la historia de Balaam, la curación del leproso, y la resurrección de Lázaro. Los dos primeros se sitúan en uno de los pilares de la entrada, y los otros dos a ambos lados de la antigua puerta de acceso a la iglesia, que se tapió en el último tercio del siglo XI, cuando se comenzó a construir el nuevo templo.

También hay otros capitales de carácter símbólico como aves y grifos bebiendo de un jarro o un hombre matando a un león.

La decoración pictórica del siglo XII

Las pinturas murales que decoran el Panteón debieron ser ejecutadas en la primera mitad del siglo XII. Se trata de pinturas realizadas al temple, sobre una base de estuco. El ciclo pictórico comienza con la escena de la Anunciación, y termina con la Crucifixión. No sabemos el nombre de este maestro, y tampoco hay otras obras que se le puedan atribuir.

Pinturas de San Isidoro: San Lucas

De todas las escenas representadas, vamos a destacar el Pantocrátor y el ciclo pictórico destinado a los meses del año. No obstante, merece la pena detenerse a contemplar tranquilamente el virtuosismo y los detalles de todas las representaciones, la mayoría de las cuáles se acompañan de inscripciones que ayudan a descifrar la escena representada.

Escena de la Matanza de los Inocentes

La escena de Cristo en Majestad, rodeado del Tetramorfos se sitúa en la bóveda del espacio central. Cristo aparece enmarcado por la almendra mística, bendiciendo con la mano derecha, y con la izquierda sostiene un libro, en donde se lee EGO SUM LUX MUNDI. Cristo aparece sentado, con los pies apoyados sobre la tierra. Sobre el fondo azulado con estrellas, se destacan, a ambos lados de la cabeza, las letras alfa y omega.

Maiestas Domini y Tetramorfos

El mensario se encuentra en el intradós del arco formero que se sitúa a la derecha de la Maiestas Domini. Se trata de una representación de doce medallones, con los doce meses del año, y las labores propias de cada mes. El artista conoce los modelos iconográficos característicos del arte romano, ya que representa el mes de enero con la iconografía de Jano, con dos caras, despidiendo el año anterior y recibiendo el venidero.

La iglesia románica

Poco después de la monumentalización del Panteón de los Reyes, se mando reconstruir la iglesia ya al estilo románico pleno que imperaba en aquella época y traído por los aires internacionales del Camino de Santiago.

Alzado de la iglesia de la Colegiata

Esta basílica se construyó con tres naves, crucero saliente y cabecera de tres ábsides que perdió el central a finales de la Edad Media para convertirlo en gótico.

Ábside sur de la Colegiata románica

Sucesión histórica

La iglesia es una sucesión de diferentes empresas constructivas, que no responde a un plan articulado desde un principio, sino a sucesivos proyectos que se fueron modificando según avanzaba la construcción. Parece que el proyecto inicial ya preveía las tres naves sin tribuna y con tres ábsides semicirculares. El crucero y el presbiterio obedecen a un momento posterior.

Pilares y columnas en el interior de la iglesia de la Colegiata

Las dos naves laterales se cubren con bóvedas de aristas, mientras que la central, se cierra con una bóveda de cañón. Desde los pies hasta el crucero, las naves se articulan en seis tramos, separados por pilares iguales dos a dos.

Ventanal del interior

En el muro que marca la diferencia de altura entre la nave central y las laterales hay ventanas enmarcadas por dos líneas de impostas. Los arcos del transepto que se abren a la nave central son polilobulados, con un número par de lóbulos, algo inexistente en la arquitectura de al Andalus, lo que ha dado lugar a interesantes hipótesis simbólicas.

Brazos del transepto con sus célebres arco polilobulados de ocho lóbulos

Hay que fijarse muy bien a los pies de la iglesia puesto que existen dos interesntes puertas.

Crismón trinitario

La más meridional lleva un perfecto crismón trinitario con abundantes rastros de policromía, como otras tantas iglesias del Románico Pleno el el Camino de Santiago, especialmente en Aragón y Navarra.

Puerta con arcos de herradura y polilobulado

Al lado teneos otra puerta de comunicación con el Panteón, con tres arcos de herradura, el interior, además, polilobulado, de inspiración mozárabe.

Capitel vegetal

También aquí es interesante detener la mirada en los capiteles. La mayoría son muy estilizados y con formas arcaizantes. Muchos de ellos presentan modelos de Loarre, Fromista y, sobre todo, Jaca.

Capitel de aves con cabezas de león

Sus formas son muy diversas, algunos son clásicos con acantos, roleos, palmetas y motivos vegetales, mientras que otros son historiados, y representan escenas bíblicas, o motivos que encajan dentro del bestiario románico.

Sansón desquijarando al león

Otro capitel donde el protagonista es el león

Dentro del repertorio de estos animales, abundan fundamentalmente los reales como las aves y los leones, frecuentemente interactuando con seres humanos.

Capitel figurado en el interior de la iglesia de la Real Colegiata de San Isidoro

Las portadas historiadas

San Isidoro tenía tres portadas, de las cuales solo nos han llegado dos, las situadas en el lado de la Epístola. En el claustro y en el museo de León se localizan algunos restos del tímpano de la portada septentrional del crucero, que no se ha conservado, aunque se han realizado algunas hipótesis respecto a su forma e iconografía.

Puerta del Perdón

Las dos grandes portadas del muro sur son conocidas como la puerta del Cordero y la del Perdón. Su escultura se encuentra en relación directa con el edificio; que a su vez se encuentra ligado a la monarquía de una forma especial, dado que se trata es un Panteón Real. Evidentemente, esto influye en su iconografía, que se elegirá en función de lo anterior. Las portadas historiadas son una de las aportaciones más interesantes de San Isidoro de León al desarrollo del románico.

Ascensión de Cristo en la Puerta del Perdón

La puerta del Cordero

La portada del Cordero se abre al cuarto tramo de las naves, en el muro sur del edificio. Parece que se acabó hacia 1100, aunque la parte superior fue rehecha en la Edad Moderna.

Puerta del Cordero

A ambos lados del tímpano, en las enjutas, se sitúan las figuras en relieve de Isidoro y Pelayo. Por encima de estas figuras se pueden ver algunos relieves, entre los que sobresale un conjunto de signos del zodiaco.

Zodiaco

La portada, en forma de arco de medio punto, tiene dos arquivoltas, con sus correspondientes capiteles y columnas. En el tímpano de esta portada hay una representación de El sacrificio de Isaac y, encima, El cordero místico, que enlazan con la historia de la redención.

Posible representación de Ismael

A la derecha de la Sacrificio de Isaac aparece de nuevo Isaac desatándose las sandalias, a continuación un sirviente montado en burro y, por último, Sara, la mujer de Abraham, sentada a las puertas de su casa. A la izquierda, tras el ángel que ofrece el cordero para ser sacrificado en lugar de Isaac, se puede ver a una mujer y a su lado un personaje montado a caballo con un arco: Isame, el hijo que tuvo con Agar, la concubina de Abraham.

Sacrificio de Isaac

La puerta del Perdón

Puerta del Perdón

Todo parece indicar que la Puerta del Perdón se realizó un poco más tarde que la portada del Cordero. Como la anterior, consta de dos arquivoltas de medio punto, ligeramente peraltadas, que nacen en una pequeña cornisa con decoración de lazo. Es una puerta más sencilla, y toda la decoración se concentra en el tímpano, que muestra escenas de la muerte y resurrección de Cristo: el Descendimiento, las Marías ante el sepulcro y la Ascensión.

Las Tres Marías ante el sepulcro vación de Jesús

Flanqueando el conjunto, en las enjutas, se encuentran las figuras de san Pedro y san Pablo, patronos de Cluny y pilares de la iglesia de Roma, que ya ha impuesto su rito en la Península.

Relieve de San Pedro

Otras dependencias

La torre del Gallo

Fue construida en tres fases, que se corresponden con las diferentes empresas constructivas del edificio. Los dos primeros tramos se fechan en el siglo XI, y fueron concebidos como un recinto defensivo. Los dos siguientes, son ya del siglo XII, y actúan a modo de torre para las campanas.

Torre del Gallo

Se remata con una veleta en forma de gallo, que da nombre a la torre, cuyo original se conserva en el Claustro, y que al parecer era un aguamanil procedente del golfo pérsico, datado en el siglo VI, que llegaría a León por medio de al Andalus, seguramente como obsequio para el rey.

Veleta del gallo original conservada en el claustro

El claustro

Claustro y costado septentrional de la colegiata

El claustro se construyó en el siglo XVI, y en el siglo XVIII se le añadió un segundo piso. Se ubica en el costado norte. De época medieval tan sólo conserva la panda que se encuentra pegada a la iglesia, que actuaba a modo de pórtico, y que se compone de una arquería de medio punto que se prolongaba hasta la muralla.

Panda románica del claustro, situado al norte. Colegiata de San Isidoro

El Museo de San Isidoro

Tampoco es despreciable el Mmuseo de San Isidoro que conserva algunas piezas de arte mueble de primera magnitud.

Éste se ubica en la tribuna real, situada encima del Panteón, a los pies de la iglesia. Aunque no hay ninguna evidencia documental, tradicionalmente se ha defendido que este espacio era un lugar exclusivo para la reina doña Sancha, aunque en el siglo XII sufrió varias modificaciones. Muchas de las piezas que componen el Tesoro de San Isidoro se han conservado, pero se encuentran fuera de esta institución, como el Crucifijo de Fernando y Sancha, conservado en el Museo Arqueológico Nacional.

A continuación, se muestra una reseña de las piezas más importantes atesoradas en el Museo:

Una de las obras más sobresalientes es el Cáliz de Doña Urraca. Se expone en la parte baja de la torre, en un lugar separado del resto de la colección, lo que obliga al visitante a contemplar su singular belleza. Se trata de un objeto suntuario de época romana, compuesto por dos cuencos de ágata, que fueron enriquecidos con oro, plata sobredorada, esmaltes y piedras preciosas en el siglo XI por doña Urraca. Una inscripción en la parte inferior reza IN NOMINE D[OMINI] VRRACCA FREDINA[N]DI (En nombre del Señor Urraca la de Fernando).

Cáliz de Doña Urraca

La conocida como arqueta de los marfiles es un recipiente de madera, con cubierta en forma de artesa, destinada a guardar las reliquias de San Juan y San Pelayo. Fue construida en el 1059 bajo el patrocinio de los reyes Fernando y Sancha. La pieza contaba con una inscripción que fue destruida cuando las tropas napoleónicas saquearon el templo. Las placas de marfil que adornan los costados muestran a los doce apóstoles, cada uno bajo un arco de herradura y de medio punto. En la parte superior de la tapa se encuentra un relieve del Cordero místico; y en el tablero frontal de la misma hay una representación del arcángel Miguel matando al dragón.

Arqueta de los Marfiles. Museo de la Colegiata de San Isidoro

La arqueta de san Isidoro, destinada a las reliquias del patrón de la basílica, también es de madera, con chapas de plata, figuras en relieve, y se encuentra forrada con telas en su interior. Se trata de un recipiente rectangular, con las cuatro esquinas en resalte, y los frentes divididos en tres compartimentos con relieves, cuya iconografía gira en torno a la Creación.

La caja de los esmaltes es un recipiente de madera de roble. Tiene una base rectangular, y una tapa en forma de tejado a dos aguas, con un resalte central en sus dos frentes alargados. Se decora con diecisiete planchas de esmaltes de Limoges, con los Apóstoles, la Crucifixión y el Tetramorfos. Una de las puertas que tiene en un costado indica que el objeto fue usado como relicario.

Otras piezas de considerable valor son el conocido como Portapaz del Pantocrátor, y el pendón de Baeza.

La visita al museo se completa con los objetos expuestos en las capillas del claustro, donde se puede ver, entre otros, la veleta original de la torre, una campana de bronce, fechada en el siglo XI, y restos de la portada norte de la iglesia.

(Texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS: Víctor López Lorente)

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